En el año 2005 conocí a Gloria Batista de Vega, Raúl Yee y a José Francisco Vega.  Unos años antes, ellos habían fundado la empresa Gracilarias de Panamá, S.A. con el objetivo de fomentar la conservación de la costa panameña y también brindar oportunidades de desarrollo sostenible a las comunidades Guna y Afroantillana del área. Con gran esfuerzo y dedicación, Gracilarias fue miembro fundador de la incubadora de empresas de la Ciudad del Saber y primera empresa exportadora de algas en Panamá. Cuando nos conocimos ellos necesitaban un socio capitalista. Mi padre Samuel Liberman y yo, decidimos apoyarlos. 

Gloria es bióloga marina, y entre otras tantas actividades es profesora de la Universidad de Panamá. Casi toda su investigación ha sido orientada con dos objetivos: 1) demostrar que el cultivo de macroalgas marinas sirve como zona de amortiguación de los ecosistemas marino costeros que están en peligro de destrucción, y 2) a través de trabajos en laboratorio, seleccionar y mejorar la calidad de semillas de las macroalgas marinas del área. Las algas tienen infinidad de usos en la industria alimenticia, medicina, agricultura…. y el fortalecimiento de la semilla y su principal componente, la carragenina, es fundamental. 

Gracilarias consiguió concesiones en las costas de Colón, en aguas próximas a la costa entre Bahía Las Minas y la Isla Largo Remo y es allí donde desde el año 2000 viene desarrollado su actividad de cultivo de macroalgas marinas en granjas. Considero importante mencionar que en los ecosistemas de la provincia de Colón, se han identificado unas 290 especies de algas.

A mí me entusiasmó desde el principio apoyar el trabajo de Gracilarias. Si bien teníamos que determinar empíricamente si la producción era económicamente auto sostenible también me resultó inspirador el hecho de que ellos tres se sentían de alguna manera los protectores de los manglares y arrecifes de esta costa ubicada entre la Ciudad de Colón y la ex refinería de Bahía Las Minas.  En el área mencionada está el poblado de Cativá y la zona llamada Samba Bonita, propiedad del señor Otto Lakas. El señor Otto Lakas siempre ha sido amigo de Gracilarias, ha prestado durante años su muelle para las lanchas y el área de su propiedad para el secado de las algas. También está el Instituto Smithsonian con un centro de investigación de biología marina en Punta Galeta con quien Gloria viene colaborando desde hace muchos años. 

Coincidía que por esos años la Ciudad de Panamá crecía en construcciones de grandes edificios, pero este crecimiento iba acompañado de la destrucción por ejemplo de las casonas de Bella Vista y de atropellos al ordenamiento, a las reglas de zonificación, por la vía de excepciones a las normas vigentes. Sumado a la falta de planificación urbana, las construcciones hacían lo que les daba la gana sin respetar vecinos, transeúntes y todo en nombre del progreso. Por cierto, ha habido progreso, pero me molesta cuando se enarbola por delante de todo debate la bandera del progreso sin calcular los costos de mal uso de nuestros recursos comunes (espacios públicos, calles, aceras, desagües).

Hace unos años apareció el mal llamado “Puerto Verde”, era un megaproyecto que implicaba la destrucción de la barrera coralina de la isla Largo Remo y 100 hectáreas de manglares. El proyecto era tan faraónico como grande era la hoja de vida del técnico que lo promovía, 30 páginas! Trataron a Gracilarias con menosprecio.  

Ahora aparece el llamado proyecto PERA (Parque Energético Río Alejandro, S.A.).  Este desarrollo parece más tangible, pero tratan a Gracilarias con la misma arrogancia. Tal vez basados en la “importancia” de los nombres que están asociados a PERA. Los responsables de este proyecto, dicen que el muelle no afecta a los polígonos de Gracilarias. Falso. Sí afecta porque van a dragar. 

Gracilarias no puede ni quiere ser un obstáculo a la inversión y al progreso del país y de la zona de Colón que tanto necesita desarrollo, pero no es correcto querer pasar por encima, con una aplanadora, a la gente que como Gracilarias y Chris Shields, viene trabajando en esto desde hace años. Chris es un amigo de Gracilarias, tiene su propia empresa, cultiva en el mar y trabaja en conjunto con Gloria y el equipo. 

Hace aproximadamente un mes escuché al Profesor Edwin Cabrera por Radio Panamá decir que se debería crear una Ley para que Panamá promueva la investigación científica aprovechando su vegetación y sus costas. Esto lo comentó en ocasión de su reciente visita a Bocas del Toro, desde donde transmitió su programa de la mañana por varios días. Gracilarias apoyó a la ARAP con cursos prácticos de cultivos en el mar, donde residentes de Bocas del Toro aprendieron a cultivar algas y además de lograr un pequeño ingreso para llevar a sus hogares, con su trabajo en las granjas contribuyen al cuidado del medioambiente. Esta actividad continúa hoy en día en las costas de Bocas de la mano de Chris.

La Doctora Gloria Batista Vega ha publicado recientemente los resultados de sus últimas investigaciones en el Journal of Applied Phycology: A laser-scanning confocal microscopy study of carrageenan in red algae from seaweed farms near the Caribbean entrance of the Panama Canal y en noviembre 2015 fue invitada a dictar una conferencia en el “5th Annual World Congress of Marine Biotechnology 2015” en Qingdao, China.  

Asimismo, Gracilarias y su equipo apoyan a los estudiantes de Biología Ambiental del Centro Regional Universitario de Colón, Universidad de Panamá. Gloria organiza con sus estudiantes clases prácticas en el mar, donde ellos mismos pueden aplicar los conocimientos adquiridos en las aulas y nutrirse de la experiencia de quienes desarrollan el cultivo de algas en las granjas marinas como su medio de vida.  

Acaso no merecen respeto? Se está tomando conciencia en Panamá de que ya es hora de abrir un gran debate nacional por la educación y la investigación científica? Uno de los primeros puntos en ese debate sería la jerarquización del estatus del educador en nuestra sociedad. Respetemos la investigación, no la menospreciemos como una actividad que no aporta valor.

Me siento orgulloso de ser parte de Gracilarias. Gloria cuenta también con el apoyo de Raúl Yee, José Francisco Vega, Chris Shields y algunos miembros de la comunidad Guna de Cativá. Todos nos sentimos motivados por esta actividad de cultivo autosustentable y amigable con el medioambiente. La costa atlántica panameña cuenta con una rica biodiversidad; es importante que seamos conscientes de la importancia de su conservación y que toda actividad en pos del desarrollo del país sea amigable con esa riqueza natural.